Esta omnipotencia de las ideas se relaciona con lo que se conoce como pensamiento mágico- animista, uno de los pensamientos producidos a lo largo de la historia de la humanidad. Un sistema de pensamiento que se asocia con prácticas tales como la hechicería y la magia o con la existencia de prohibiciones tabúes. Toda una serie de procedimientos para someter la Naturaleza a la voluntad del hombre, protegerlo de sus enemigos y de todo género de peligros y darle el poder de perjudicar a los que le son hostiles.
Algo similar podemos observar en el obsesivo. Son personas que se han creado prohibiciones particulares, de las que desconocen su origen y su motivo, pero que respetan rigurosamente, algo que les produce graves limitaciones en su vida cotidiana. Surgieron de manera repentina un día, y desde entonces se ven obligados a acatarlas porque en caso contrario les invade una gran angustia. La violación de la prohibición traería consigo una terrible desgracia para una de las personas que los rodean y aman, como por ejemplo la muerte o una grave enfermedad, aunque en muchas ocasiones son incapaces de precisar la naturaleza de la desgracia que acaecería. Puede ser una prohibiciones de pensar algo: “Si pienso en el sexo, pasará algo, alguien morirá” o de realizar algo: No poder pisar las rayas del suelo, como Melvin Udall, el personaje interpretado por Jack Nicholson en la película Mejor imposible.
Estos actos que aparentemente carecen de sentido, en realidad sí lo tienen porque están en relación a un deseo inconsciente del sujeto, un deseo intolerable para él y que se ha “disfrazado” para acceder a la conciencia.
Algunas de estas prohibiciones pueden ser levantadas mediante la realización de determinados actos, que tienen también, a su vez, un carácter obsesivo, y son actos de arrepentimiento, expiación, purificación y defensa. Uno de los más frecuentes es la ablución, la necesidad de lavarse continuamente las manos, lo que en ocasiones les llega a provocar lesiones y heridas en la piel de las mismas. Un ejemplo de esto último lo podemos observar en el personaje de Lady Macbeth que empieza a sufrir remordimientos por su responsabilidad en el asesinato de Duncan, rey de Escocia e intenta lavar manchas de sangre imaginarias de sus manos.
Este ejemplo lo que nos muestra es que estos actos están en relación con un deseo hostil, un deseo inconsciente de matar, algo que aunque nos pueda parecer horrible no es tan ajeno a nosotros. A veces situaciones o personas nos provocan un malestar que no sabemos a qué es debido y que es la manifestación de un sentimiento de culpa por haber sentido un deseo de matar, una culpa como reacción. En realidad no se prohíbe algo si no existiera la tendencia a realizarlo.